
El acuerdo de paz de Trump y Netanyahu no ha sido suficiente para frenar la movilización de estudiantes este miércoles en Madrid, donde miles de jóvenes han salido a las calles al grito de “esta paz es una farsa”. Convocada por el Sindicato de Estudiantes —desde Atocha hasta Sol—, la manifestación ha vuelto a teñir las calles con banderas palestinas y de los colectivos que se sumaron a la marcha, las mismas que ondearon el pasado 2 de octubre, y también se han realizado pintadas en establecimientos comerciales. Esta vez, la protesta se enmarca en la huelga general y los paros parciales convocados por los sindicatos en varias ciudades de España para exigir una “paz duradera” en Gaza.
Aunque el cese del bombardeo sobre la población civil “se ha logrado”, dice Manuel, estudiante de Biología en la Universidad Complutense, “todavía no se ha condenado lo que ha hecho Israel” y “se exige más”. “Creo que lo mínimo sería hacer un boicot comercial”, asegura el joven de 19 años. A su lado, Susana, estudiante de Arquitectura en la Universidad Politécnica, sostiene que “el Gobierno español realmente nunca se ha preocupado por Palestina, simplemente le ha venido bien, y agradezco que hayan hecho algo, pero lo han hecho porque les viene bien electoralmente”.
Empuñando el micrófono de los organizadores de la marcha, Alejandra Martínez Velasco, una de las tripulantes de la flotilla asaltada por la Marina israelí el 8 de octubre, ha pronunciado un discurso ante los manifestantes que la han recibido entre aplausos y vítores. “¡Embargo de armas real ya!”, ha exigido. “Aquí es donde se construyen las armas que matan a los niños palestinos”, ha añadido la activista, que asegura que “solo la solidaridad internacional, la organización obrera, la lucha de clases, la huelga general internacional y antiimperialista es lo que va a parar el genocidio en Palestina”.
La comunidad educativa no abandona la lucha
Las pancartas mostraban las siglas de numerosos colectivos, como Izquierda Revolucionaria, Abrir Brecha, Coordinadora Juvenil Socialista, así como asociaciones vecinales y asambleas de colegios e institutos de la capital. Una de ellas llevaba el nombre del IES Joaquín Turina, portada por algunos de sus alumnos. Víctor, de 16 años, es uno de ellos: “Los medios y los gobiernos han intentado vendernos esta supuesta paz que firman Trump y Netanyahu como una paz duradera. Creemos que esto es falso, que los derechos del pueblo palestino van a seguir siendo vulnerados, que las tierras no se han devuelto, que los pocos que vuelven a sus casas, vuelven a las ruinas que quedan”.
El adolescente cuenta que la Comunidad de Madrid “censuró” a los estudiantes que pegaban carteles en los pasillos del centro para llamar al alumnado a la huelga, cuando la dirección “recibió órdenes de quitarlos” a través de una “llamada telefónica”: “Es una censura ilegal y una vulneración de nuestros derechos de libertad de expresión”, sentencia.
El Joaquín Turina no es el único centro que se ha organizado para ocupar las calles de Madrid. En los laterales de la calle Atocha, un grupo de docentes del IES Vallecas I camina junto a la multitud, vestidos con camisetas que rezan: “Educar es resistir”. Antonio, profesor de Lengua, es uno de ellos. “Creo que hay que hablar a los chavales de lo que está pasando, pero eso de que desde la educación se adoctrina es una falacia absoluta”, asegura, recordando los vetos a símbolos y actividades de apoyo a Palestina en los centros educativos de la Comunidad de Madrid. “Se están vulnerando los derechos humanos de una forma flagrante, ¿y no podemos hablarlo?”, se pregunta.