Dicen que cada teatro tiene su alma. Desde hace unos días, el Teatre Tívoli de Barcelona tiene una nueva: una alma que canta, que llora y que se mueve entre bastidores con una máscara blanca y un corazón atormentado. El Fantasma de la Ópera ha llegado a Barcelona, y lo ha hecho como sabe hacerlo: seduciendo al público con su sombra, su música y un encanto clásico que sigue resistiendo el paso del tiempo.

El montaje, que forma parte de la primera gran gira estatal del musical, llega después de un largo éxito en Madrid y mantiene toda su esencia: una puesta en escena trabajada, un reparto de lujo y una orquestación que emociona desde las primeras notas, gracias a la dirección de Miquel Tejada . Pero, en el Tívoli, el Fantasma juega en casa: el escenario barcelonés, más íntimo, per

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