Es aterrador que un país pobre, desigual, fragmentado, violento y corrupto de manera contagiosa, un país que constantemente tiene que presentar reformas para tapar el hueco fiscal y financiar el presupuesto público, deba gastarse 193 mil millones de pesos en la consulta interna de un partido político, algo así como el 1 % de la reforma tributaria que el gobierno tramita en el Congreso.
Uno, o algunos para ser más preciso, seguimos creyendo en la izquierda como opción filosófica política, como debate inocultable de la humanidad ante la desigualdad, pero es imposible no quedarse atónito cuando un partido o un conjunto de personas que se dicen de izquierda se lanza contra la cosa pública como un depredador con hambre, todo para financiar veleidades de inopinados aspirantes que simplemente q