* Escribe Marilú Martens, directora Care Perú
El Perú vuelve a caminar sin brújula. A menos de una semana, el país amaneció con una nueva crisis: la vacancia presidencial por permanente incapacidad moral, tras una cadena de decisiones erráticas y una reacción insensible ante una tragedia evitable, una balacera en un concierto que terminó simbolizando el estado real de nuestra seguridad y gobernabilidad. Hoy, un nuevo presidente asume el poder entre denuncias graves y una desconfianza generalizada. La política parece haberse divorciado de su razón de ser: servir al ciudadano.
En medio de esta tormenta, el presupuesto educativo 2026, que el Ejecutivo calificó como “histórico”, suena vacío. Son S/ 49 424 millones que, más allá del número, carecen de dirección, metas o resultados verificabl