Es muy probable que las principales agencias de inteligencia del mundo lleven años explotando una puerta trasera silenciosa y de proporciones colosales. La conclusión, extraída de un estudio universitario estadounidense, es demoledora: una vulnerabilidad masiva en las comunicaciones por satélite podría haber estado proporcionando un torrente de información sensible a quien supiera cómo escuchar, una carencia de seguridad que habría permanecido abierta durante un tiempo indeterminado.

De hecho, esta inquietante posibilidad se fundamenta en los hallazgos de un equipo de expertos de las universidades de California en San Diego y de Maryland. Su investigación ha destapado que aproximadamente la mitad de las señales emitidas por los satélites geoestacionarios presentan una alarmante falta d

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