Detrás de los cristales tintados de unas gafas de sol graduadas se esconde la mirada de un hombre que ha experimentado hasta en dos ocasiones simplemente por el hecho de hacer películas. La última de ellas, "Un simple accidente", relato involuntariamente tragicómico –tal y como reconoce él mismo– con pinceladas surrealistas en la configuración del arco dramático de los personajes que se sirve de un variopinto grupo de damnificados por las torturas del régimen iraní para trazar un rocambolesco viaje lleno de improvisación y oportunidad de venganza con el que consiguió alzarse con en la última edición de Cannes y que presentó en Donosti el pasado mes con el empático respaldo tanto del público como de la crítica.
Aplicando la manoseada referencia históricamente feminista acuñada por Carol