La hegemonía aérea de Estados Unidos, construida durante décadas sobre el pilar de la tecnología furtiva, se enfrenta a un órdago en toda regla lanzado desde Pekín. El Gobierno chino ha puesto en marcha la producción de un componente que amenaza con hacer transparentes a sus cazas más avanzados, como el F-22 Raptor. El objetivo es neutralizar la joya de la corona de la Fuerza Aérea estadounidense y reequilibrar el tablero de poder militar en los cielos. Este desafío tecnológico de Pekín llega en un momento delicado, justo cuando el Pentágono debate el futuro de , cuya supremacía ahora se ve cuestionada.

De hecho, la propuesta china supone un salto conceptual frente a los sistemas de detección tradicionales. Mientras que los aviones furtivos están diseñados con formas y materiales que de

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