Se les acabó el baile . El largo silencio que terminó en justicia: el Supremo confirma la condena a 12 años para Sebastián Linares y Esteban Carrera por abusos sexuales a un menor de edad.

Durante años, el silencio pesó más que la música. En la academia de baile donde un adolescente de Palma aprendía pasos y coreografías, se escondía también una historia de abuso, confianza traicionada y poder mal usado. Hoy, casi seis años después de que comenzara el proceso judicial, la justicia habló definitivamente. El Tribunal Supremo ha confirmado la condena a doce años de prisión —seis para cada uno— para el profesor de baile y su pareja sentimental, culpables de abusar sexualmente, de forma continuada, de un alumno menor de edad.

La sentencia del alto tribunal, que rechaza los recursos presentados por los acusados, ratifica el fallo de la Audiencia Provincial de Baleares y del Tribunal Superior de Justicia de las Islas Baleares. Además, el Supremo ordena el ingreso en prisión inmediato de ambos y fija una indemnización de 120.000 euros a favor de la víctima. Sebastián y Esteban iniciaron su trabajo profesional en la academia Top Dance primero y después en Empire of Dreams. 

El relato judicial dibuja una relación de confianza que se transformó en abuso. El profesor, un reconocido coreógrafo que gestionaba una academia junto a la madre del menor, se ganó la cercanía del joven y de su familia. Con el paso del tiempo, las invitaciones a dormir en su casa o a acompañarlo en viajes por eventos de baile se volvieron habituales. En ese contexto, aprovechando la admiración y la dependencia emocional del menor, comenzaron los abusos, repetidos entre el verano de 2015 y agosto de 2018.

No actuó solo. Según la sentencia, su pareja también participó en los abusos, y en ocasiones propuso a ctos sexuales con juguetes eróticos. Ambos se valieron del vínculo de confianza para mantener los encuentros y silenciar el sufrimiento del menor.

Las consecuencias fueron devastadoras. El adolescente, que había encontrado en la danza una vocación y un refugio, abandonó la academia y su carrera artística. Desde entonces, está en tratamiento psicológico para intentar recomponer las piezas de una vida que el abuso fracturó. El abogado Javier Vidal, en representación de la víctima y su familia, ha celebrado que «la condena sea ya firme» y que «por fin se cierre un proceso que comenzó en 2019». Para ellos, la resolución del Supremo no sólo tiene valor jurídico: simboliza el fin de un largo y doloroso camino .

El Supremo ha sido contundente. No ha encontrado errores en la valoración de las pruebas ni en el relato de los hechos. Respaldó así las conclusiones de las instancias anteriores : el profesor abusó reiteradamente de su alumno, aprovechando su posición de poder y la confianza depositada por la familia, y su pareja participó activamente en algunos de esos actos. Con esta decisión, la condena se vuelve firme y definitiva. Los dos acusados deberán ingresar en prisión y cumplir sus penas, además de abonar la indemnización establecida.

Seis años después, la historia que comenzó en una academia de danza termina en los despachos del Supremo. No hay aplausos ni música esta vez. Solo la certeza, para la víctima y su familia, de que el silencio al fin encontró justicia.