
Cantabria se ha convertido en un destino ideal para los amantes del enoturismo , ofreciendo una propuesta diferente a la de las grandes denominaciones españolas. En la costa occidental, concretamente en Ruiloba , se encuentra Bodegas Miradorio , un rincón donde la viticultura se funde con el aire salino del Cantábrico para dar lugar a unos vinos únicos, con el mar como denominador común.
Un viñedo entre el mar y la montaña
Ruiloba es un pueblo que mantiene viva su esencia marinera y rural, rodeado de paisajes que parecen unir el horizonte costero con las colinas interiores. Allí, los viñedos de Bodegas Miradorio crecen a menos de un kilómetro del mar, en pendientes que superan el 35% y bajo una orientación norte que marca el carácter de sus uvas. Desde lo alto, el visitante tiene la sensación de que las cepas se precipitan hacia las olas, un espectáculo natural que resume la fusión perfecta entre mar y montaña , símbolo de Cantabria.
IGP Costa de Cantabria, una joya vinícola poco conocida
Los vinos de esta bodega se elaboran bajo la Indicación Geográfica Protegida (IGP) Vino de la Tierra Costa de Cantabria , uno de los dos sellos que posee la región —el otro es Vino de la Tierra de Liébana—. Esta figura de calidad garantiza el origen y el método de producción de los vinos, manteniendo un equilibrio entre la libertad creativa y las exigencias de calidad.
Las plantaciones se distribuyen en seis fincas: El Castillo, Peñacubina, La Marina, Fonfría, Herbazoso, Tussio y San Esteban , esta última situada en Santillana del Mar. Entre las variedades cultivadas destacan Albariño, Godello, Riesling, Ondarrabi Zuri, Chardonnay, Gewürztraminer y Ondarrabi Beltza , lo que da como resultado vinos de perfil atlántico: frescos, aromáticos y equilibrados.
Mar de Fondo y Tussio, vinos con alma atlántica
Entre las etiquetas más destacadas de Bodegas Miradorio están Mar de Fondo y Tussio , dos vinos blancos que reflejan la personalidad de la costa cántabra.
Mar de Fondo combina uvas de Riesling, Hondarrabi Zuri, Albariño y Godello, ofreciendo un vino elegante, fresco y con una estructura sorprendente. Por su parte, Tussio es un bivarietal que mezcla Hondarrabi Zuri y Albariño, resultando más ligero, brillante y con una acidez que recuerda al viento del norte. Ambos vinos capturan la influencia marina, con ese toque salino que solo puede nacer a orillas del Cantábrico.
Una experiencia enoturística con raíces cántabras
La propuesta de Bodegas Miradorio va mucho más allá de una simple cata. Los visitantes pueden vivir una jornada completa que combina turismo rural, gastronomía y vino . La experiencia comienza en una casona montañesa del siglo XIX , situada en el casco antiguo de Ruiloba, donde la piedra y el silencio de las calles empedradas evocan la autenticidad de la comarca.
Desde allí, un vehículo todoterreno traslada a los asistentes hasta la Finca Herbazoso , ubicada junto al mar, para disfrutar de una cata al aire libre con vistas únicas al litoral cántabro. La jornada culmina con un menú tradicional montañés , en el que no faltan el cocido, los quesos de la tierra y, por supuesto, las anchoas , producto estrella de la región.
El lujo de lo auténtico
En tiempos en los que el turismo busca autenticidad, esta propuesta es una oda al lujo tranquilo y sostenible , donde cada copa de vino cuenta una historia de mar, piedra y tradición. Las experiencias en la bodega oscilan entre 180 y 250 euros por persona , e incluyen cata, visita guiada y almuerzo maridado.
Bodegas Miradorio demuestra que Cantabria no solo se saborea en sus platos, sino también en sus vinos. Una experiencia que invita a descubrir el lado más gourmet del norte, donde cada sorbo es un reflejo del paisaje atlántico que lo vio nacer.