Cada mañana, Vamarr Hunter visitaba su panadería favorita en Chicago, conocida por sus tortitas y bollos recién horneados. Lo que parecía un ritual cotidiano se convirtió en la antesala de un descubrimiento que cambiaría su vida.

Hunter fue adoptado poco después de nacer y durante décadas desconoció quién era su madre biológica. La curiosidad sobre sus orígenes permaneció hasta que un programa de televisión sobre genealogía despertó en él el deseo de conocer más sobre su familia biológica.

Decidió someterse a pruebas de ADN y contratar los servicios de una genealogista especializada, Gabriella Vargas , quien logró vincularlo con posibles familiares cercanos. Fue entonces cuando surgió la posibilidad de que su madre biológica viviera muy cerca de él y, curiosamente, fuera la dueña de la panadería que él frecuentaba.

El pan que unió dos vidas

Todo comenzó en Navidad de 2022 . Hunter y un amigo veían, por coincidencia, un programa de televisión sobre el secuestro de un niño en 1974, el año de su nacimiento. Su amigo le sugirió: “Deberías llamar a ese número. Quizás puedan ayudarte a encontrar a tu madre”, según contó el mismo para BBC News Mundo. 

Aunque inicialmente el programa indicó que Hunter no era el niño secuestrado, le ofrecieron ponerlo en contacto con l a genealogista Gabriela Vargas. Dos semanas después, Vargas le informó: “Encontré a tu mamá (…) Vive muy cerca de ti” . Al principio, su madre dudó en contactarlo debido a un diagnóstico reciente de cáncer, pero pronto decidió llamarlo.

Hunter nunca había conocido a su madre biológica, ya que lo dio en adopción a los días de nacer. Solo a los 35 años su familia adoptiva le reveló la verdad sobre su origen.

Lenore Lindsey tenía 16 años cuando se enteró de su embarazo. La noticia fue fatal en el contexto conservador de su familia. “No paraba de llorar”, relató, y durante meses no miró a sus padres a la cara. Decidió dar al bebé en adopción para no dificultar más su vida y ni siquiera le puso nombre, temiendo revelar la identidad del padre.

Años después, Lindsey encontró en la repostería un refugio y un talento natural. En 2008 fundó “Give Me Some Sugar”, y Hunter se convirtió en cliente habitual. La rutina diaria de comprar tortitas y galletas lo acercaba, sin saberlo, a su madre biológica.

Cuando Hunter recibió la llamada de su madre, apareció en su pantalla el nombre de la panadería que frecuentaba. “Yo tenía el número de la panadería en el teléfono para pedir mis tortitas”, relató Hunter entre risas. Al principio le tomó segundos internalizar la noticia: la mujer que servía sus postres favoritos era su madre biológica.

Tras la primera llamada, ambos se reunieron en una iglesia con sus familias. Hunter empezó a involucrarse en la panadería, ayudando en la preparación de pasteles y galletas mientras su madre se recuperaba del cáncer. En 2024, renunció a su carrera de 18 años en logística para dedicarse por completo al negocio familiar.

Hoy, Hunter disfruta no solo del proceso de repostería, sino también de atender a los clientes . “Más te vale, porque te dije que no ibas a hacer dinero aquí”, le replicaba su madre entre risas.

La historia de Hunter y Lindsey se hizo viral en redes sociales, pero también refleja un fenómeno respaldado por estudios que indican que una proporción significativa de adultos adoptados busca activamente a sus padres biológicos. Por ejemplo, un estudio de 2023 titulado “Birth Family Contact from Childhood to Adulthood ” explora las experiencias de contacto entre personas adoptadas y sus familias biológicas, destacando cómo estas interacciones impactan en el ajuste psicológico de los adoptados. Los reencuentros exitosos suelen mejorar la salud emocional y fortalecer los lazos familiares, especialmente cuando se acompañan de apoyo profesional.

El avance de la genética y las pruebas de ADN han facilitado estos reencuentros décadas después de la adopción. La experiencia de Hunter muestra cómo la combinación de tecnología, coincidencia y persistencia puede dar lugar a momentos extraordinarios que transforman vidas y relaciones, haciendo de la panadería un verdadero símbolo de reconciliación y descubrimiento personal.