Bajo la superficie tranquila y verde de una laguna beliceña yace un milagro de supervivencia. Los mayas del período Clásico construyeron aquí viviendas de madera, cocinas de sal y talleres —estructuras tan frágiles que deberían haber desaparecido hace siglos—. Sin embargo, en lo profundo de la turba de mangle de Cho-ok Ayin, esas vidas perduran: sus postes y pisos fantasmas se conservan en un mundo sin oxígeno, donde el tiempo se arrastra lentamente. Y lo que revelan podría obligar a la arqueología a reescribir cómo —y a quiénes— cuenta.

Arquitectura invisible, gente indispensable

Durante décadas, los arqueólogos han leído la historia de los mayas a través de templos, terrazas y pirámides de piedra que se niegan a morir. Los escaneos Lidar hacen brillar sus contornos bajo la jungla, alim

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