EL presidente Trump anda todavía resentido porque no recibió el Premio Nobel de la Paz a pesar de sus esfuerzos y logros por aliviar las tensiones entre Israel y Hamás y por mejorar la situación de los habitantes de la Franja de Gaza.
No sorprende la actitud de Trump, un hombre ávido de admiración y reconocimiento , pero ese galardón le iba a dar poco más que la pleitesía rendida por los jefes de estado de todo el mundo: mientras él recibía los parabienes del gobierno y el pueblo israelí, le esperaron durante horas en la ciudad egipcia de Sharm El Sheikh para felicitarle
Todavía más satisfactorio podía ser recordar que muchos de ellos le habían ignorado y criticado públicamente desde que se presentó por primera vez a elecciones presidenciales hace más de diez años y le siguieron at