En el Estado de México, el reloj del poder siempre corre antes de tiempo. No por prisa, sino por estructura. En esta tierra, el futuro político no llega: se conquista con anticipación. La sucesión ya empezó, y no en los pasillos de la burocracia, sino en los territorios donde el poder se disputa su propio significado.

I. El tiempo del poder

Apenas transcurre el primer tercio del sexenio y la sucesión de 2029 ya se filtra en cada conversación política. La escena es sintomática: el sistema no sabe gobernar sin pensar en su relevo. Lo que debería ser una etapa de consolidación, se ha convertido en una transición permanente, donde todo se mide en función de quién será el siguiente.

Este adelantamiento no es casual: responde a una cultura política que ha hecho del cálculo una forma de gobern

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