Dos atracos inesperados y de guante blanco han sucedido en los últimos días. El uno, de factura peliculera y arriesgada, tuvo lugar en el museo más visitado del mundo, el Louvre de París, con aires de Rififí, aquella película que dio nombre a una modalidad de asalto. De este nos gustaría conocer cuanto antes, más que las maniobras del robo, la preparación del mismo, las reuniones entre los ladrones, la planificación de todos los pormenores y las discusiones entre el cerebro del robo y los miembros de la banda, la elección de estos componentes. Desearíamos que hubieran grabado todos estos preparativos y nos lo pasaran ahora como un filme de acción e inteligencia.
El otro golpe conocido ha sido mucho menos elegante y tiene mucho más de maniobra en la oscuridad: la subida de sueldos en un 10