Por: Alberto Cabrera Marina

El Perú no necesita más sobresaltos, sino señales de rumbo. Y, por ahora, José Jerí tiene la oportunidad -quizá la última- de dar ese golpe de timón que nos devuelva algo de esperanza. En tiempos de desconfianza y fatiga social, la estabilidad no se decreta, se construye con coherencia.

Hoy, más que de costumbre, las empresas y las instituciones públicas saben que la fórmula perfecta combina eficiencia y empatía. Porque en momentos de incertidumbre, el mejor patrimonio de una persona, empresa o institución es la confianza. No bastan los discursos ni las promesas recicladas: el país necesita ver resultados concretos, decisiones firmes y señales claras de liderazgo.

El Estado peruano requiere acciones reales contra la criminalidad, no más anuncios volátiles. El

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