Un estudio financiado por la propia industria del aceite de palma de Malasia pone sobre la mesa una conclusión sorprendente: las grasas procesadas derivadas de este y otros aceites vegetales podrían no ser tan perjudiciales como se ha pensado durante años. La investigación, fruto de la colaboración entre el King’s College de Londres y la Universidad de Maastricht, matiza los efectos sobre la salud cardíaca de estos compuestos, siempre que se consuman en las cantidades habituales de una dieta equilibrada.

De hecho, durante el ensayo clínico de seis semanas, los 47 adultos sanos que participaron no mostraron diferencias notables en sus perfiles de lípidos. Ni el colesterol ni los niveles de triglicéridos se vieron alterados. Tampoco se observaron cambios preocupantes en otros marcadores

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