Hay que ser muy fan de Antonio Orejudo para encontrar, al menos a día de hoy, francas ventajas a viajar en tren. Fuere como experimento sociológico, o como mero experimento de algún tipo de mercado, el uso del transporte público , particularmente el ferroviario, es una forma didáctica de tomar el pulso de la sociedad actual.

Cual si de un espejo de una operación a corazón abierto se tratara, las diferentes líneas de Cercanías ( Rodalies , diferente nombre para igual “deficiencia”) nos muestran la escala de valores e inquietudes del grueso poblacional, en esos momentos, previos o postreros al trabajo, donde los modales, sin lugar a duda de forma muy excesiva, se relajan y nos mostramos transparentes y abiertos a observación.

Viajar en tren, en los tiempos que corren, es contrario

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