El ala este de la Casa Blanca, el «corazón» de la residencia del presidente de Estados Unidos, como la describió Anita McBride, secretaria personal de la exprimera dama Laura Bush, ha quedado ya completamente demolida para dar paso a la construcción del enorme salón de baile con el que Donald Trump quiere inmortalizar su paso por la oficina presidencial: un proyecto que ya ha sobrepasado su presupuesto inicial y que ha terminado su primera fase esta semana, tres meses después de que Trump declarara en público su intención de dejar el edificio intacto.

La Administración Trump ha dedicado los últimos días a esgrimir que la magnitud del proyecto es tal que ha terminado por superar las expectativas iniciales, recordnado que el presidente está perfectamente capacitado para ordenar la demolició

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