P or más que el calendario diga que las elecciones para gobernador de Quintana Roo serán en 2027, el proceso ya comenzó. No oficialmente, claro, pero en política el tiempo se mide por pulsos, no por fechas. Y en el morenismo local, los latidos ya se aceleraron.
Desde hace meses, los movimientos son evidentes: reuniones discretas, operadores que reaparecen, mensajes codificados en discursos y hasta silencios que pesan más que las palabras. Morena ya vive una guerra interna que podría fracturar su hegemonía o, al menos, ponerla a prueba.
La disputa no es menor. Se trata de dos proyectos de poder dentro del mismo partido , con visiones, lealtades y estilos distintos. De un lado, los “morenistas originales” , los que se asumen herederos directos del ‘mandato transformador’ de Andrés Manuel López Obrador. Del otro, los “claudistas” , que orbitan en torno a la gobernadora Mara Lezama y la presidenta Claudia Sheinbaum , en busca de consolidar un nuevo liderazgo, más institucional y con rostro propio.
Ambos bandos coinciden en discurso —la transformación, la continuidad y eso que llaman bienestar— pero se enfrentan en el fondo por algo mucho más concreto: la sucesión de 2027 y el control político del estado .
Los obradoristas: nostalgia y reivindicación
En el primer bloque se agrupan quienes se sienten fundadores del movimiento en Quintana Roo. Los que acompañaron a López Obrador cuando Morena era una sigla minoritaria y que hoy reclaman reconocimiento frente a los recién llegados.
Allí aparecen nombres como el de Rafael Marín Mollinedo , actual titular de la Agencia Nacional de Aduanas y uno de los operadores en la sombra más cercanos al expresidente. Marín ha comenzado a mover piezas no tan discretamente, alentado por sectores que lo ven como un “retorno a las raíces”.
También en esa línea se identifican algunos ex alcaldes y exfuncionarios que se sienten desplazados por el nuevo grupo gobernante. Hablan de “retomar el rumbo del movimiento” y de no permitir que Morena se convierta —dicen— en un “nuevo PRI con nuevos colores”.
El discurso cala en sectores duros del partido, pero enfrenta un problema: la estructura territorial y el control institucional están en manos del marismo .
El claudismo marista: poder, gobierno y territorio
Del otro lado, la gobernadora Mara Lezama ha construido su propio grupo político, integrado por funcionarios estatales, alcaldes aliados y operadores con presencia en los municipios del norte y centro del estado donde se busca consolidar el nombre de Gino Segura , actual senador y ex secretario de Finanzas, quien ofrece un perfil técnico y fresco. A ellos se suman legisladores locales y federales que reconocen en Mara una figura de peso nacional dentro del claudismo.
La línea es clara: respaldo total a la presidenta Claudia Sheinbaum , continuidad del proyecto de la 4T, pero con sello propio y narrativa de ‘prosperidad compartida’. En esa lógica, Quintana Roo busca presentarse como modelo de ‘turismo con bienestar social’ , con inversiones, obra pública y presencia institucional.
Sin embargo, el problema para Mara no está en el discurso, sino en los tiempos. Apenas van tres años de gobierno y los espacios de maniobra política se reducen conforme el proceso interno se acelera. Cada nombramiento, cada evento, cada foto empieza a leerse como un movimiento sucesorio.
Y eso, en un estado tan fragmentado políticamente como Quintana Roo, puede ser explosivo.
Los adelantados de la oposición
Mientras en Morena se afinan estrategias y se lanzan guiños velados, en la oposición el adelantamiento también llegó , aunque por razones distintas.
En el PAN , la senadora Mayuli Martínez Simón se ha posicionado como la única carta visible ante la falta de cuadros y el desgaste del panismo local. Las dirigencias estatales y nacionales ya la ven como su abanderada natural, en un escenario donde el partido difícilmente buscará alianzas amplias.
El reto para Mayuli no es solo competir contra el aparato morenista, sino reconstruir un panismo dividido, disminuido y sin narrativa propia en un estado donde la oposición se ha desdibujado.
El PRI , por su parte, parece resignado a tener una participación testimonial. Su prioridad ya no será ganar, sino no perder el registro estatal , como le ocurrió al PRD, que pasó del poder a la inexistencia en apenas un sexenio.
En cuanto a Movimiento Ciudadano , sigue jugando al misterio. Sus dirigentes saben que no tienen estructura territorial, pero sí la capacidad mediática para irrumpir en la conversación pública con un perfil atractivo o un exmorenista resentido. El partido naranja podría ser el refugio de los desplazados en ambos bandos de Morena.
Los riesgos para el gobierno
En medio de este tablero, la gran interrogante es cómo enfrentará Mara Lezama los próximos meses. Su proyecto político podría resentir el impacto del adelantamiento electoral. Cada decisión administrativa empieza a tener lectura política , y la neutralidad se vuelve una ilusión cuando todos están pensando en 2027.
El desafío será mantener el equilibrio entre gobernar y contener las ambiciones internas. Porque la historia política de Quintana Roo ha demostrado que las sucesiones tempranas dividen más de lo que consolidan .
En la medida en que el poder se fragmente, el riesgo de parálisis aumenta. La gobernadora necesita sostener el control institucional sin caer en el fuego cruzado de los aspirantes que ya se mueven en los municipios, y que —como suele ocurrir— se pondrán la camiseta de la lealtad, pero con las manos listas para la sucesión.
El reloj corre más rápido
Lo cierto es que el reloj político en Quintana Roo ya se adelantó . El proceso que debía comenzar en un año ya está en marcha, y nadie parece dispuesto a detenerlo.
Morena llega con poder, pero también con fisuras. La oposición, con debilidad, pero con tiempo para reagruparse. Y el gobierno estatal, con la responsabilidad de administrar una transición que podría definir no solo la elección de 2027, sino el equilibrio político del estado para la próxima década.
Porque en política —y más en Quintana Roo— los tiempos no los marca el calendario, sino las ambiciones. Y esas, desde ahora, ya están desatadas.

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