Ni en Nueva York, ni en Los Ángeles, ni en Boston. Ni siquiera en los días en que el béisbol se jugaba con guantes de cuero crudo y los bates pesaban como vigas.

Con dos outs en el sexto inning, y el marcador apenas 2-2, el manager de los Blue Jays decidió sacar a Davis Schneider. En el plato entró Addison Barger , un bateador de 24 años que en la temporada regular apenas había conectado 21 vuelacercas. Nadie lo veía venir. Ni los analistas, ni los fanáticos, ni siquiera el lanzador de los Dodgers, Anthony Banda , que ya había lanzado 118 pitcheos y solo buscaba cerrar el inning.

El segundo lanzamiento fue un slider bajo y adentro. Barger no se movió. Lo agarró como si lo hubiera estado esperando desde que nació. La pelota v

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