Aprovechando el tercer centenario de la muerte de Alessandro Scarlatti algunas de sus músicas están volviendo a subirse a los escenarios, reafirmando lo que ya se lleva defendiendo mucho tiempo: que su figura ejerce como punto de fuga donde converge la ópera seria y, en consecuencia, el lugar del que brotan algunas de las decisiones que más felices nos han hecho como espectadores, desde el aria da capo hasta la dramatización de los argumentos. El casi medio centenar de óperas de Händel y algunos de sus oratorios tempranos no habrían alcanzado ese nivel de perfección y belleza si no fuera por la influencia del compositor de Palermo. Probablemente su mejor ópera sea precisamente esta Mitridate que incorpora algunas de las ideas de su reforma a pesar de estrenarse en pleno “territorio enemigo

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