No sé quién dijo que la influencia, –que es más importante que el poder–, se mide por la cantidad de gente que te coge el teléfono. Hay algunos a los que ese contrato de tarifa plana se le cancela en cuanto caduca una responsabilidad determinada; al dejar su respectivo cargo se escacharra el smartphone y nadie le escucha al otro lado de la línea. En las estructuras políticas, tener o no un cargo no condiciona la influencia que uno tenga en los aparatos partitocráticos. Que se lo digan a Javier Cendón. Cuando se embadurnó con los residuos de las trazas del escándalo de Santos Cerdán por mera contaminación cruzada de afinidad política, le expulsaron de la ejecutiva nacional del partido. Sin embargo, continúa teniendo más predicamento en Ferraz que el alcalde de León e incluso que otros delfi
Las vidas de Cendón y la muerte de Diez
La Nueva Crónica4 hrs ago75


Helardo de Aragón
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