Se siente fuerte después de que desde los entornos gubernamentales hayan salido a su rescate. Y es que el revolcón que se llevó después de su intento de asalto a la Real Academia Española (RAE) no parece haberle frenado en sus ínfulas tras haber recibido el cariño de los suyos. Así, el director del Instituto Cervantes se montó días atrás un acto a mayor gloria con la excusa de presentar su anuario. Era, dicen algunos, una forma de curarse las heridas y, de paso, de mandar el mensaje de que el organismo que dirige sigue al servicio de la agenda gubernamental. Por algo, apuntan, se permitió poner en solfa hasta a la Constitución por «machista», según una de las colaboradoras de García Montero.

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