“Las relaciones económicas deben ser el lastre y el motor, no el obstáculo” , dijo Xi Jinping, con una precisión que no dejaba lugar a dudas: esta no era una concesión, sino un reajuste estratégico. Mientras Trump hablaba de “reducir aranceles al 47%”, en Beijing ya se sabía que el verdadero ganador no era quien bajaba impuestos, sino quien recuperaba acceso. La suspensión temporal de los controles a la exportación de tierras raras —elementos clave para baterías, drones y chips— fue el verdadero golpe de efecto. China, que produce el 80% de estos minerales, no cedió. Solo detuvo su arma más silenciosa.
Estados Unidos, por su parte, relajó por un año las restricciones a más de 500 empresas chinas bloqueadas desde el año pasado bajo la lista de entidades. Entre ellas, Huawei, SMIC y Z

El Diario de Sonora

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