Feijóo convierte en certeza su temor a que la comparecencia en la comisión acabase en oportunidad perdida. El presidente distingue entre dinero en efectivo cobrado contra gastos justificados y dinero negro, al tiempo que niega financiación ilegal en el PSOE durante la comisión del caso Koldo que califica de "circo"

Sánchez da por superado el trance del Senado tras cinco horas de interrogatorio: “Estoy satisfecho”

Si Feijóo fuera aficionado a las leyendas bíblicas y tuviera algo más de determinación, hoy en su cabeza tendría el mismo deseo que tuvo Salomé, la hija de Herodías. No sobre la cabeza de Juan el Bautista, sino sobre la de ese senador de Cuenca, que no es de Cuenca ni frecuenta Cuenca, y responde al nombre de Alejo Miranda de Larra. “Quiero que me traigas su cabeza”, diría. No se recuerda una intervención más bochornosa que la que uno de los discípulos de Isabel Díaz Ayuso tuvo este jueves durante su interrogatorio al presidente del Gobierno en la comisión que investiga el caso Koldo. Un marco, en principio acotado a las mordidas cobradas por la compra de mascarillas en pandemia, que el PP ha ido extendiendo a todo lo que le ha venido en gana, tenga o no que ver con la trama que operó en el Ministerio de Transportes en época en la que José Luis Ábalos fue ministro.

Se desconoce en qué momento el líder de la oposición pensó que era una buena idea elegir a alguien cercano a la presidenta madrileña, con sus mismas formas marrulleras y zafias, para que interrogara a Sánchez, pero sí ha trascendido que, lejos de ser del agrado de los de Génova, la faena les pareció un fiasco y una oportunidad perdida. Oficialmente, claro, se declaran satisfechos, como no podía ser de otro modo.

Un meme, un chiste, una exhibición de mala educación, un bochorno y un despliegue de lo peor del parlamentarismo. Algunas caras de los senadores del PP eran un poema mientras escuchaban a su correligionario. Y es que hay discusiones de bar bastante más instruidas que las que durante cinco horas Miranda, pero también los portavoces de UPN y Vox, representaron en el Senado. Y hay comisiones de investigación en las que los parlamentarios preguntan, pero no se responden a sí mismos ni interrumpen constantemente al interviniente para impedir las respuestas, como ha ocurrido durante la comparecencia de Pedro Sánchez.

Así que el temor de Feijóo a que el presidente del Gobierno saliera reforzado de la Cámara Alta se ha convertido hoy en certeza, ya que un Sánchez suelto y socarrón salió ileso de los agresivos interrogatorios. “Responda, ¿no quiere responder?, responda, responda”, se desgañitaba un Miranda pasado de vueltas mientras el presidente trataba sin éxito de cumplir el deseo del senador debido a las constantes interrupciones.

Los del PP lidiaron con un presidente que puso al PP frente al espejo de su caja B, sus sobresueldos y su financiación ilegal. Porque no es lo mismo cobrar dinero en efectivo contra gasto a justificar que sobrar sobresueldos en dinero negro. Ni es lo mismo una sentencia judicial que un titular creativo sobre contenidos que, de momento, no aparecen en ninguno de los informes de la tan admirada UCO. Ni es lo mismo juzgar que prejuzgar.

De ahí que Sánchez aprovechara cualquier resquicio de los interrogatorios inquisitoriales para contraponer el modus operandi de las finanzas socialistas con las que tenía el PP: “En el PSOE no hay sobresueldos, al contrario que en otros partidos. Es más, los cargos aportamos a la organización, son otros los que tienen dinero negro (...) Aquí ha habido senadores que tenían un millón de euros en una bolsa en su casa”, dijo en alusión a Francisco Granados, exvicepresidente de la Comunidad de Madrid y exsenador del PP.

“¿Qué dirían sobre mí si mi Gobierno hubiera dado un millón y medio de euros en un contrato y mi hermano hubiera cobrado 280.000 euros como comisión? ¿Qué dirían si el presidente de mi partido hubiera denunciado esto y le hubieran destituido por hacerlo? El llamado Alberto Quirón logró una comisión de dos millones de euros con dos llamadas y un email… Consejos vendo y para mí no tengo…”, remató.

No habían pasado ni cinco minutos del comienzo de la sesión, durante la que Sánchez exhibió unas modernas gafas de lectura, cuando el presidente empezó a tomar conciencia de que se enfrentaba a un tercer grado en el que lo que menos importaba eran sus respuestas y lo que más los intentos de acorralarlo por su cercanía a José Luis Ábalos y Santos Cerdán, ex secretarios de Organización del PSOE, y los pagos en efectivo a los que el PP se refiere en todo momento como “fajos de billetes”.

El presidente de la comisión, el también popular Eloy Suárez, que en lugar de jugar el papel de árbitro moderador hizo de parte al reprochar a Sánchez que se extendiera en su primera respuesta para dilatar el tiempo, fue el primero en recibir una andanada presidencial: “Le agradezco su imparcialidad en esta comisión de la difamación, que han convertido en un circo”. Pues “se retirarán del diario de sesiones esas palabras por la falta de respeto que suponen a esta Cámara”, le replicó Suárez.

Sánchez no cayó en contradicciones porque tampoco se puede decir que diera respuestas contundentes ni que se limitara a contestar con un sí o no, como le reclamaba la oposición. Lo que sí hizo fue negar “absolutamente” que el PSOE se haya financiado ilegalmente mientras recordaba que el PP vive una sede pagada con dinero negro y que ha tenido varias sentencias condenatorias por su financiación ilegal.

El senador del PP entró, a la desesperada, en un bucle de latiguillos muy manidos en las tertulias televisivas de la derecha sobre “la banda del Peugeot”, el domicilio del hermano de Sánchez en Portugal, las saunas del fallecido suegro de Sánchez, las mujeres de Ábalos, la prostitución, el rescate de Air Europa, el caso Delcy, la supuesta fontanera del PSOE Leire Díez y hasta el juez Peinado. Y tal fue el totum revolutum que hasta se afanó en que el presidente del Gobierno respondiera a la pregunta de si Venezuela era o no una dictadura.

Sin perder en ningún momento los papeles, Sánchez se declaró impotente para responder y pidió amparo al presidente de la comisión mientras Miranda le hostigaba con un “no hace falta que se enrolle, diga sí o no”. Exactamente a qué, porque no había manera de entender una sola pregunta del senador. Así que Sánchez se las ingenió para colar una frase sobre los dos millones que cobró la pareja de Ayuso o sobre la presunta corrupción que rodeó a la construcción del hospital Zendal, cuyas obras y modificados fueron firmadas y autorizadas por el propio Alejo Miranda como director de Infraestructuras Sanitarias. “No vaya por ahí, que pincha en hueso”, le advirtió quien fuera alto cargo del gobierno de Ayuso.

El presidente del Gobierno llegó a burlarse del tono y las formas de algunas intervenciones y hasta echó mano de la ironía cuando, por ejemplo, la senadora de UPN María Caballero le espetó un “¡váyase ya!”. “Antes de irme tengo que responder aún a varios grupos aquí en el Senado”, le contestó con sorna. El momento más surrealista llegó cuando Caballero le interpeló por el número de ocupantes del Peugeot en el que Sánchez emprendió su campaña de primarias a la secretaría general del PSOE y el presidente le respondió si la pregunta era seria. “Pues depende del día”, afirmó con una media carcajada.

Si hubo algún instante en el que Sánchez torció el gesto fue cuando el senador de Vox, Ángel Pelayo, le interrogó sobre si había pagado la campaña de sus primarias “con dinero de la prostitución” en alusión a las saunas gays que regentaba su suegro, un asunto en el que hasta ahora no había entrado nunca. “Dejando a un lado los calificativos vertidos contra mi suegro, ya fallecido, le voy a contestar: por supuesto, que no”. Sobre su esposa, Begoña Gómez, también afirmó rotundo: “Por su puesto que mi mujer nada tiene que ver con el rescate de Air Europa, algo que ya dijeron los informes de la UCO y que algunos no mencionan, aunque en otras ocasiones los usan como si fuera la Biblia”.