El PSC , para conseguir los votos que va perdiendo por su cuestionable gestión de los asuntos públicos, se dedica a vetar que haya pisos turísticos en las ciudades que gobierna. El ejemplo de Barcelona ha sido secundado por la segunda ciudad de Cataluña, L’Hospitalet de Llobregat, que también pretende acabar con este tipo de alojamiento a partir de 2028. Política de escaparate para intentar disimular su incapacidad de solucionar los asuntos que interesan a los ciudadanos. Lo que más preocupa a los vecinos de las grandes urbes catalanas no es la proliferación de pisos turísticos sino la de narcopisos o pisos pateras que acogen en una vivienda a docenas de personas. Cuando hay barrios en Barcelona como el Raval o el Gótico, o en Hospitalet como La Florida, Collblanc o Torrassa, en los que abundan estas infraviviendas, vender a bombo y platillo la ofensiva municipal turismofóbica es patético .

Es menos arriesgado para los ediles socialistas atacar al sector turístico que a las mafias de la droga y del tráfico de personas que controlan los narcopisos o los pisos patera. Estos alcaldes ‘progresistas’ demuestran de que pasta están hechos cuando quieren solucionar el problema de vivienda que no han afrontado en cuarenta años cerrando alojamientos para turistas. En L’Hospitalet el PSC ha gobernado, de manera ininterrumpida, desde 1979. Tras 46 años con una política de promoción de vivienda pública claramente insuficiente, ahora lo fían todo a convertir los pisos turísticos en vivienda residencial. En Barcelona, lo mismo. Los socialistas han estado en el gobierno municipal en 40 de los últimos 46 años, y su gran idea para aumentar el parque de vivienda es clausurar pisos turísticos. Son cómplices de los desmanes de Ada Colau , que consiguió reventar durante sus ocho años de alcaldesa el parque de vivienda en alquiler y la construcción de nuevas viviendas con sus políticas fanáticas.

Mientras, los vecinos muestran su horror por el aumento de la delincuencia y la inmigración ilegal descontrolada que está deteriorando sus barrios. Los alcaldes del PSC y Comunes siguen hablando de « sensación de inseguridad » provocada por « los bulos de la extrema derecha » mientras los ciudadanos se manifiestan y protestan hartos de que sus calles se hayan convertido en un infierno. Los enfrentamientos entre chorizos y okupas con vecinos en localidades como Terrassa, Sabadell, Mataró, Salt o Manlleu irán a más. Porque la inseguridad ya se ha trasladado a toda Cataluña. Y solo los partidos que planteen medidas eficaces contra la destrucción de los barrios conseguirán crecer electoralmente.

Al PSC, con sus medidas cosméticas, no le va a salir la cosa bien. Están preocupados, y es normal, porque Salvador Illa no sube con una CUP reconvertida en felpudo socialista, un Junts en eclosión, una ERC dividida y desdibujada y unos Comunes más pendientes de las flotillas que de los problemas de los ciudadanos. En los sondeos los socialistas mantienen sus actuales 42 escaños en el Parlament, pero con una tendencia a la baja. Como se descuiden y sigan en su mundo irreal, igual se encuentran con que la primera fuerza de Cataluña vendrá de Ripoll, mientras Vox y PP también conseguirán buenos resultados por su discurso firme en seguridad. El turismo se ha de regular para evitar que cause molestias, pero con moderación y con realismo, para evitar reventar uno de los motores económicos de Cataluña, y de toda España en general. Pero lo que se ha de afrontar de manera decidida es la lucha contra la delincuencia y contra una inmigración ilegal que se ha convertido en una de las grandes pesadillas para muchos catalanes.