La última confesión de Justin Bieber sobre su experiencia como streamer volvió a encender el debate sobre los efectos del odio digital y el delicado equilibrio entre la fama y la salud mental.

El artista canadiense, acostumbrado a los escenarios multitudinarios, se enfrentó a un tipo de exposición muy distinto, la brutal honestidad y muchas veces, crueldad del chat en vivo.

Según reseñó Infobae, a los 31 años, Justin Bieber decidió probar suerte en el mundo del streaming, uniéndose a Twitch, una plataforma donde los usuarios pueden ver y transmitir videos en tiempo real.

El famoso artista logró 200.000 seguidores en pocos días, pero lo que comenzó como un experimento divertido terminó convirtiéndose en una experiencia emocionalmente desgastante.

Durante una de sus transmisiones, el can

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