La parcicipación pública en las empresas del Ibex, con CaixaBank y Aena a la cabeza, vale hoy más de 44.300 millones de euros, un 38% más que a principios de enero; estas plusvalías latentes contrastan con las pérdidas recurrentes en Renfe, Correos o Navantia
El Ibex pulveriza su máximo histórico 18 años después y supera los 16.000 puntos
La euforia se ha instalado esta semana en la Bolsa española, con el Ibex 35 pulverizando su máximo histórico en 18 años y superando los 16.000 puntos. El hito del selectivo español no solo alegra a los inversores privados (grandes fondos y pequeños ahorradores); también el Estado se encuentra entre los ganadores de este rally.
Las participaciones que el Estado mantiene en las grandes cotizadas valen hoy la friolera de más de 44.300 millones de euros, frente a los 32.000 millones que sumaban a cierre de 2024. Se trata de una revalorización de un 38% en diez meses, que ha generado una plusvalía latente (ganancias sobre el papel, que solo se materializaría si se vendieran esas acciones a los precios actuales) de más de 12.000 millones de euros, según cálculos hechos por este medio.
Esos más de 44.000 millones que valen las empresas cotizadas participadas por el Estado son equivalentes, por ejemplo, a las cifras que está destinando este año España a gasto militar –casi el 2,5% de su Producto Interior Bruto– y superan muchos presupuestos autonómicos, como el de la Comunidad de Madrid. También supone una cifra similar al gasto total en pensiones en casi tres meses. Y si se compara con lo que valen algunas multinacionales españolas en Bolsa, con esos 44.000 millones se podrían comprar todas las acciones de Ferrovial.
Lo que no son plusvalías virtuales, sino dinero contante y sonante, son los dividendos, la parte de beneficios que las empresas reparten entre sus socios o accionistas. Por esta vía, el Estado ya ha ingresado este año casi 1.800 millones de euros, gracias básicamente al reparto histórico de Aena, que le van a suponer este año más de 746 millones; y a la aportación de Caixabank, con otros 665 millones. En un caso, porque la actividad aérea va mejor que nunca, alimentada por el turismo. En otro, por los beneficios récord de la banca, también de Caixabank, a lo largo de los últimos ejercicios.
La presencia pública en las empresas se articula, fundamentalmente, a través de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI). Es el principal holding inversor español, pero el Estado cuenta con otros dos instrumentos. Enaire, que es la empresa pública que gestiona la navegación aérea en España, es el accionista mayoritario de Aena (con el 51% del capital). Y a través del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), la sociedad estatal que canalizó el rescate financiero, el Estado supera el 18% del capital en CaixaBank.
En el siguiente gráfico se desglosa cuánto vale la participación del Estado en sus cotizadas.
CaixaBank: la 'hucha' inesperada del rescate
En esa cartera de participadas, una de las últimas en contar con capital público ha sido Telefónica, que la próxima semana presentará sus planes para los próximos ejercicios, para los que se prevé un mayor esfuerzo inversor y un repliegue en su política de dividendo. Más allá del valor estratégico de la operadora de telecomunicaciones –con el mandato del Ejecutivo de Pedro Sánchez de alcanzar el 10% tras la sorpresiva irrupción en el capital de la saudí STC y la elección de Marc Mutra como presidente en sustitución de José María Álvarez-Pallete–, la joya de la corona de esta cartera es, paradójicamente, el resultado del mayor rescate bancario de la historia de España.
La participación del 18,1% en CaixaBank tras la absorción de Bankia se ha revelado como una inversión bursátil extraordinariamente rentable en 2025. El sector bancario, impulsado por las subidas de tipos de interés y unos beneficios récord, ha volado en bolsa. Y, como derivada, la participación pública en la entidad financiera, prácticamente, ha duplicado su valor. Al cierre del viernes, rozaba los 12.000 millones de euros, cuando a principios de año, esa misma participación se quedaba en los 6.500 millones.
El Estado ha 'ganado', solo con CaixaBank, casi 5.000 millones de euros en lo que va de año, aunque se trata de ganancias latentes, porque únicamente se harán efectivas si el FROB decidiese vender. Algo que no está sobre la mesa. Esta espectacular subida (cerca de 81% de revalorización en lo que va de ejercicio) da la razón al Gobierno en su estrategia de posponer la venta de su participación hasta finales de 2027, con el fin de “maximizar la recuperación” de las ayudas públicas.
Aunque el objetivo a largo plazo es desinvertir, el Ejecutivo no tiene intención de vender por completo en esta legislatura y, de hecho, ha mantenido su participación en torno al 18%, al estar participando en programas de recompra de acciones.
Esa aportación de Caixabank, la destacó este viernes su consejero delegado, Gonzalo Gortázar. “La mitad de nuestros beneficios, entre el FROB y la Fundación La Caixa, revierten en la sociedad”, admitió en la rueda de prensa de presentación de resultados hasta septiembre. Una situación que se ahondará en noviembre, porque el consejo de administración de la entidad ha aprobado la distribución de un dividendo a cuenta de 1.181 millones de euros (16,79 céntimos brutos por acción). De esa cifra, más de 210 millones corresponderán al FROB.
En el siguiente gráfico se detalla cómo ha sido la evolución en Bolsa de las empresas participadas por el Estado en lo que va de año.
Aena e Indra: las apuestas estratégicas funcionan
Otras dos participaciones destacan por su abultada rentabilidad en el parqué y su carácter estratégico. La primera es Aena. La compañía que preside Maurici Lucena es el vivo reflejo del boom turístico y el crecimiento del tráfico aeroportuario. De hecho, en los nueve primeros meses del año, Aena ha elevado su beneficio cerca de un 9%. Cerró septiembre con un resultado de 1.579,4 millones de euros.
Con esta evolución financiera, la participación estatal en Aena ha engordado su valor en Bolsa en casi 3.000 millones de euros en lo que va de año. Eso supone que su 51% del capital del operador aeroportuario costaría en el parqué, de estar en venta, más de 18.000 millones. Es su participación más valiosa, una máquina de hacer dinero y de repartir dividendos gracias a la positiva evolución del turismo. De hecho, Aena ha confirmado esta semana que mantiene su objetivo de repartir el 80% de todo lo que gana entre sus accionistas.
El segundo caso de éxito, aunque controvertido, es Indra. Aquí, la ganancia latente (más de 1.500 millones de euros en el año) es casi secundaria frente al objetivo estratégico de consolidar a Indra como un actor central en la industria militar y digital del país. El Gobierno decidió elevar la participación de la SEPI hasta el 28% para convertir a la tecnológica en el “campeón nacional de la defensa”, al estilo de los grupos industriales europeos, pero está a años luz tanto por tamaño como por tecnología.
La estrategia del Ejecutivo es usar Indra como vehículo para consolidar el fragmentado sector de la defensa en España mediante fusiones y adquisiciones, en un contexto geopolítico global que ha disparado el gasto militar. Indra prepara una fusión con su primer accionista privado (14,3%), Escribano Mechanical & Engineering (EM&E). La operación es polémica, dado que los propietarios de esa empresa madrileña son el propio presidente de Indra, Ángel Escribano, y su hermano, Javier Escribano, presidente de EM&E y, a su vez, consejero de la cotizada, lo que podría constituir un claro conflicto de interés.
Pero el mercado no solo ha entendido, sino que ha aplaudido la estrategia de Moncloa: el valor de la empresa se ha casi triplicado (con una subida del 183% según los datos analizados) y la participación pública vale ya casi 2.300 millones de euros.
Aunque con menor peso, otras participaciones también aportan beneficios latentes. En Telefónica, la revalorización ha sido del 15%, generando unas plusvalías cercanas a los 300 millones. En Airbus, el 4,1% estatal equivale a 6.900 millones, cerca de 2.000 más que a finales del año pasado. También Enagás presenta avances, aunque más modestos, pero positivos.

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