El escrutinio de los comicios nacionales realizado el pasado 26 de octubre reveló que la Unión Cívica Radical (UCR) –o, mejor, el radicalismo y la suma de sus actuales fracciones– obtuvo apenas alrededor del 1% de los sufragios emitidos en todo el país.

En Córdoba, sobre un padrón de 3.127.000 electores –de los cuáles sólo votó el 68%- el candidato radical obtuvo el 3,60%. En ambos casos, una adhesión irrelevante.

Tan irrelevante que puede decirse que este escrutinio se asemeja al certificado de defunción. O sea, el fin de un partido político nacido en la última década del siglo XIX y, por ello, el más antiguo que venía participando en elecciones populares de las autoridades.

No es un acontecimiento para celebrar, desde luego, sino para reflexionar sobre las causas que contribuyeron a e

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