Hoy, en el Supremo, el olvido habló con acento administrativo y forma de protocolo. Sánchez Acera, la asesora de Moncloa que envió el mail en litigio a Juan Lobato, a la sazón, secretario general del PSOE de Madrid, para que saliera a azuzar a Ayuso, ha declarado hoy que no recordaba quién le pasó el documento. Cambió de móvil. No conserva los mensajes. Ha sido capaz, eso sí, de distinguir con precisión de relojero suizo, que lo que recibió no era el correo investigado. Olvida el origen, pero retiene la diferencia, como esos sonámbulos que caminan por cornisas sin recordar después el vértigo. Sabe lo que no era. Ignora lo que era. La paradoja no es casualidad sino arquitectura.

Pilar Sánchez Acera cambió de móvil, y con esto estaba echada la mañana. A partir de ahí, su memoria se pareció

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