La victoria electoral de Donald Trump hace un año desató una serie de acontecimientos e iniciativas que rompieron con esquemas de estabilidad social, política, económica y geoestratégica. Durante este tiempo, ha sabido reforzar la imagen de un control absoluto del poder en su país y de una influencia incontestable en el exterior. Sin embargo, esa sensación de unilateralidad incontenible, que ha llevado a posiciones defensivas en muchos ámbitos de poder público –la Comisión Europea, sin ir más lejos–, sufrió el martes un sobresalto con la acumulación de derrotas electorales de sus candidatos o sus intereses en Nueva York, Nueva Jersey, California y Virginia .

No sería razonable interpretar que lo sucedido es el comienzo del declive del presidente estadounidense y de sus usos políticos,

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