A cuatro décadas de la tragedia, recordar la toma del Palacio de Justicia no es un acto de nostalgia, sino una obligación ética y social.

Han pasado cuarenta años desde la toma y retoma del Palacio de Justicia, pero el eco de esos días sigue resonando. Las imágenes, los testimonios y las ausencias aún estremecen la conciencia nacional.

Para el docente Daniel Fernando Loaiza Correa, de la Universidad Libre de Pereira, hablar de este episodio es una necesidad moral y pedagógica. “Es el hecho que nos dejó la crítica social más profunda en la historia reciente de Colombia. Y después de cuatro décadas, todavía hay múltiples interrogantes que no hemos sido capaces de resolver.”

El peligro del silencio

Loaiza advierte que el olvido es el mayor riesgo: “Parece que quisiéramos manipular el rela

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