Javier Milei asumió el poder prometiendo arrasar con la casta . Lo dijo gritando, con la vena del cuello inflamada, motosierra en mano y un león pixelado rugiendo detrás. Era la imagen perfecta para el votante cansado: el outsider enfrentando al sistema, el economista furioso dispuesto a demoler el Estado y sus vicios.
La casta, según él, era todo lo que estaba mal: los políticos profesionales, los acomodados del Estado, los medios ensobrados, los economistas cómplices, los jueces con doble vara, los periodistas operadores, los planeros, los beneficiarios del nepotismo y los ñoquis.
En resumen, el Mal con mayúscula. Llegó dispuesto a incendiar todo eso con una motosierra, un par de citas de Hayek y una buena dosis de adrenalina libertaria. Spoiler: terminó jugando al bingo con l

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