Es más que evidente que a la parroquia rojilla lo que nos motiva es que el equipo gane y juegue bien y se asome a los puestos de arriba. Temporadas con arranques tan efectivos como la del año pasado con Vicente Moreno o campañas coqueteando con Europa y más cerca de esto que de descender como varias de las de Jagoba Arrasate son las que de verdad te hacen tener una cierta tranquilidad y calma, la que faltó en el periodo de 2014 a 2019.
Ahora, en cambio, parece que estamos de nuevo en una de esas rachas de escaso juego –aunque el día del Celta se mereció mucho más– en las que el equipo no acierta y hay varios jugadores claves lesionados o lejos de su nivel y en las que el entrenador no tiene muy claro si por aquí, por allí o por dónde. Estas temporadas, reconozcámoslo, nos gustan.

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