Por años, Argentina ha convivido con una sombra que parece imposible de disipar: la desconfianza de los mercados. No importa si la deuda pública externa es baja en términos relativos o si el país muestra señales de recuperación. El riesgo país seguirá siendo alto en comparación con los vecinos de América del Sur y, con ello, se encarece el financiamiento de la infraestructura, se limita el acceso al crédito a empresas e individuos, y se bloquea el desarrollo económico.

Hoy, más que nunca, necesitamos dejar de ahogarnos en un vaso de agua. La deuda pública en moneda extranjera en manos privadas representa apenas 13% del PBI. No es una cifra alarmante. Si tomamos toda la deuda pública en todas las monedas con inversores privados y organismos internacionales (FMI, BID, etc.) no llega a

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