El Gobierno de Javier Milei, tras su victoria electoral, confía en una fuerte recuperación de la demanda de dinero en Argentina. Esta estrategia busca mantener el precio del dólar dentro de un esquema de bandas establecido. El Banco Central de la República Argentina (BCRA) anticipa que, a partir de 2026, comenzará a acumular reservas. Sin embargo, la posibilidad de una deficiencia en este aspecto genera incertidumbre entre economistas e inversores, quienes buscan mayor certidumbre sobre la capacidad del país para cumplir con sus deudas.

La visión oficial se refleja en informes recientes del BCRA, que ha tomado como referencia el plan de estabilización implementado en Israel en 1985. En este contexto, Milei ha afirmado que la actual política cambiaria se mantendrá hasta 2027. El vicepresidente del BCRA, Vladimir Werning, presentó en Washington un plan titulado “Monetary Targeting: From Stabilization and Regime Transition to Re-monetization”, donde delineó la hoja de ruta económica para Argentina entre 2024 y 2026.

El plan se divide en tres etapas: estabilización, transición de régimen y re-monetización. En la primera fase, que se desarrollará en 2024, se establecerá un objetivo monetario para combatir la alta inflación. Werning explicó que el desafío radica en crear un esquema de metas monetarias que elimine la dominancia fiscal y el exceso de dinero en circulación. Este proceso, aunque necesario, conlleva "dolencias de corto plazo" debido a la necesidad de flexibilidad cambiaria y de tasas de interés.

La segunda fase, proyectada para 2025, implicará adaptar el objetivo monetario para superar la represión financiera causada por los controles cambiarios. Werning advirtió que este proceso también podría enfrentar un “riesgo de evento” electoral que afecte la demanda de dinero. En este sentido, el BCRA planea modificar su política monetaria levantando los controles cambiarios en abril y eliminando el esquema de LEFI en julio, buscando así separar la dinámica inflacionaria del tipo de cambio.

La tercera fase, que comenzará en 2026, se denomina re-monetización. En esta etapa, el BCRA buscará recuperar la demanda de dinero y acumular reservas. Werning destacó que las fuentes de “dinero interno” relacionadas con el déficit fiscal han sido eliminadas, mientras que la creación de “dinero externo” a través de compras de reservas podría acelerarse con el acceso a los mercados y la refinanciación de deuda.

Federico Furiase, director del BCRA, amplió el análisis en una entrevista, explicando el concepto de “punto anker”, que se produce cuando el Tesoro no logra renovar todos los vencimientos de deuda porque los bancos prefieren otorgar créditos a familias y empresas. Este fenómeno refleja el cambio estructural que busca el Gobierno, donde la economía se reactiva, la inflación disminuye y la demanda de crédito crece.

Furiase también advirtió que la cantidad de pesos en la economía es actualmente muy baja, con el M2 privado transaccional representando solo el 6% del PIB, en comparación con un promedio del 10,5% entre 2007 y 2025. A medida que la economía se estabiliza y crece, se espera que la demanda de pesos se recupere, facilitando la acumulación de reservas y el financiamiento al sector privado sin presionar sobre el tipo de cambio ni sobre los precios.

El modelo israelí de 1985, que inspira al actual BCRA, se basa en la reducción del déficit fiscal y la fijación de anclas nominales. Este plan incluyó un severo ajuste presupuestario y un tipo de cambio inicialmente fijo que luego se transformó en bandas cambiarias. La experiencia israelí logró equilibrar estabilidad y crecimiento, lo que se considera un referente para la Argentina en su búsqueda de una recuperación económica sostenible.