Cuando el presidente Donald Trump comenzó a deportar rápidamente a inmigrantes a principios de este año a una brutal prisión salvadoreña —algunos incluso injustamente— sin debido proceso, los demócratas se mostraron algo cautelosos a la hora de oponerse.

Sí, la medida parecía ilegal y sumamente problemática. Pero ¿acaso los estadounidenses no querían simplemente que los inmigrantes indocumentados fueran deportados? ¿Al defender el debido proceso, los demócratas no corrían el riesgo de parecer que estaban del lado de personas que se encontraban en el país ilegalmente, o incluso de supuestos miembros de pandillas?

Bueno, resultó que los estadounidenses podían distinguir entre ambas cosas. En gran parte debido a la mano dura de sus deportaciones, la agenda migratoria de Trump ha sufrido una

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