EL CAIRO (AP) — El Consejo de Seguridad de la ONU respalda el ambicioso plan de Estados Unidos para el futuro de la Franja de Gaza. Sin embargo, aún se desconoce cómo y cuándo se llevará a cabo.
En un giro inimaginable a lo largo de la tumultuosa historia del conflicto israelí-palestino, el plan significaría que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se convierta en el gobernante de facto de la Franja. El territorio ha quedado devastado por la campaña de Israel para eliminar a Hamás tras su ataque del 7 de octubre de 2023, que desató la guerra.
Un organismo internacional conocido como la Junta de Paz, presidido por Trump, gobernará Gaza y supervisará la reconstrucción bajo un mandato renovable de la ONU de dos años. Una Fuerza Internacional de Estabilización (FIE) armada se encargará de mantener la seguridad y garantizar el desarme de Hamás, una demanda clave de Israel.
Grandes interrogantes se ciernen sobre casi todas las partes del plan y el plazo para su implementación. Mientras tanto, casi todos los palestinos siguen desplazados y dependen de la ayuda humanitaria, Hamás mantiene un importante control sobre casi la mitad de Gaza y la reconstrucción del territorio apenas ha comenzado.
Algunas conversaciones sobre los siguientes pasos han tenido lugar tras bambalinas entre Estados Unidos, Israel, Qatar, Egipto y otros países. Pero no han comenzado negociaciones serias porque Israel y Hamás siguen en la primera fase del acuerdo de alto el fuego que entró en vigor en octubre. Al grupo armado aún se le exige entregar los cuerpos de los últimos tres rehenes.
La resolución de la ONU, aprobada el lunes, dio legitimidad internacional al plan. Eso abre la puerta para que las naciones árabes y de mayoría musulmana participen, particularmente contribuyendo con tropas a la FIE. Estados Unidos espera que, cuanto más involucrados estén esos países, más aceptable será el gobierno internacional para los más de dos millones de personas en Gaza.
Pero la aceptación del público palestino está lejos de ser segura. Sin ella, la Junta de Paz corre el riesgo de ser vista como una ocupación extranjera que trabaja en nombre de Israel, frustrando aún más su sueño de lograr la autodeterminación y un estado propio.
El plan no da a los palestinos casi ninguna voz en el gobierno de Gaza. Debido a la feroz oposición de Israel, no promete la creación de un estado y ofrece solo una vaga referencia de que algún día podría ser posible. También proporciona un ambiguo cronograma para que comience la reconstrucción y para que el ejército israelí se retire del alrededor del 50% de la Franja de Gaza que aún ocupa desde que comenzó el alto el fuego.
El desarme de Hamás y la desmilitarización de Gaza son las piedras angulares de todo el plan. Pero no hay detalles sobre cómo sucederán.
Hasta ahora, el grupo rebelde no ha aceptado desarmarse. En un comunicado emitido tras la aprobación de la resolución de la ONU, Hamás dijo que el destino de sus armas está vinculado a garantizar un camino hacia el fin de la ocupación israelí y la creación de un estado palestino.
La Fuerza Internacional de Estabilización tiene la tarea de asegurar el desarme y la destrucción de la infraestructura militar de Hamás. También supervisará una fuerza policial palestina, compuesta por miembros verificados y entrenados por Egipto y Jordania.
Se ha mencionado a varios países como posibles contribuyentes a la FIE, como Egipto, Indonesia, Turquía y Azerbaiyán. Pero ninguno se ha comprometido a enviar tropas aún, e Israel se opone a que Turquía participe en la fuerza.
Es poco probable que quieran que sus soldados tomen las armas de Hamás por la fuerza. El grupo advirtió que intentar hacerlo convertiría a la FIE “en una parte del conflicto a favor de la ocupación”.
Hamás enfrenta una fuerte presión, particularmente de Qatar y Egipto, para llegar a un acuerdo. Una posible idea es una “desactivación”: entregar el arsenal a la FIE para su custodia, con lo que Hamás podría argumentar que no se trata de una renuncia permanente a su derecho a la resistencia armada.
Sin desarme, gran parte del resto del plan podría estancarse. La retirada de tropas israelíes está vinculada al ritmo de la desmilitarización de Hamás y al despliegue de la FIE. Asimismo, es poco probable que la reconstrucción ocurra en la mayor parte de Gaza a menos que Hamás se desarme.
Muchos palestinos temen que el resultado final sea una partición de Gaza entre una zona controlada por Israel, donde podría tener lugar alguna reconstrucción, y el resto, donde casi toda la población de más de dos millones vive, con poca reconstrucción.
Trump ha dicho que la junta estará compuesta por “líderes distinguidos” de otros países, como el ex primer ministro británico Tony Blair, y que sus miembros serán nombrados en las próximas semanas.
Pero no se sabe quiénes serán, y ni siquiera se ha confirmado la participación de Blair.
La resolución de la ONU otorga a la Junta plena autoridad en Gaza con poderes sobre la FIE, la reconstrucción y la recuperación económica. La Junta también supervisará un “comité tecnocrático y apolítico de palestinos competentes” que gestionará el servicio civil diario en Gaza.
Los miembros del comité palestino no deben tener vínculos ni con Hamás ni con la Autoridad Palestina, que actualmente administra partes dispersas de Cisjordania ocupada por Israel. Tel Aviv ha rechazado cualquier función de la Autoridad Palestina en Gaza.
El plan no especifica quién seleccionará a los miembros, pero esto probablemente recaerá en la Junta de Paz. Israel querrá tener una fuerte influencia en quién puede ser incluido.
En una publicación en línea, el analista político y encuestador palestino Khalil Shikaki dijo que el comité debería ser elegido a través de un proceso “totalmente palestino” para aumentar su apoyo, consultando entre facciones políticas, sindicatos, líderes locales y organizaciones de mujeres y jóvenes.
Pero si la Junta y el comité son considerados como una herramienta para Estados Unidos o Israel, prominentes palestinos podrían mostrarse reacios a unirse. En su declaración del lunes, Hamás denunció la “tutela internacional” que la resolución de la ONU impone sobre Gaza, diciendo que busca promover los intereses de Israel.
El plan enfatiza dos objetivos para Gaza: desmilitarización y reconstrucción. Cualquier cosa más allá de eso sigue siendo incierta en gran medida.
La resolución de la ONU ofrece la posibilidad de que la Autoridad Palestina eventualmente tome el control de Gaza si lleva a cabo una serie de reformas internas a satisfacción de la Junta de Paz, desde combatir la corrupción y aumentar la eficiencia hasta celebrar elecciones.
El lunes, en un comunicado, la Autoridad Palestina recibió con beneplácito la resolución de la ONU y dijo que estaba preparada para intervenir y gobernar Gaza. Pero la oposición israelí genera dudas sobre si eso se permitirá alguna vez.
Bajo la presión de aliados árabes, Estados Unidos insertó una referencia a la creación de un estado palestino en la resolución de la ONU.
Pero no deja de ser solo un vago reconocimiento. En ella se afirma que, si la Autoridad Palestina “cumple fielmente” con las reformas y si el desarrollo de Gaza avanza, “finalmente podrían existir las condiciones para un camino creíble hacia la autodeterminación y la creación de un estado palestino”.
La falta de un camino claro hacia la autodeterminación amenaza con complicar cada paso. Por ejemplo, escribió Shikaki, sin un camino hacia la creación de un estado, “el desarme será visto como una capitulación; con él, la desmovilización puede enmarcarse como parte de una estrategia nacional”.
Para gran parte de la población, la prioridad es ver la reconstrucción y un renacimiento de la economía de Gaza para que las familias tengan medios para ganarse la vida. Si eso ocurre, podría suavizar la reticencia hacia el gobierno internacional, al menos por un tiempo. Si no ocurre, o si los palestinos no ven un avance hacia la autodeterminación, es probable que el resentimiento aumente.
El potencial de caos es alto debido a las múltiples divisiones dentro de Gaza. El territorio ya tiene a Hamás, varias bandas armadas respaldadas por Israel que se oponen al grupo armado y al propio ejército israelí. A eso se suman una fuerza policial palestina, tropas internacionales, palestinos que se unen a la administración y aquellos que se oponen a ella, y la escena se vuelve aún más volátil.
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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.

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