Hay silencios que se prolongan mucho tiempo. Silencios que no deberían haber existido y que, sin embargo, se instalan en el cuerpo, en los recuerdos y en la forma de vivir . Durante años, Sara Páez creyó que callar era la única manera de sobrevivir. Hoy, en el Día Mundial para la Prevención del Abuso Sexual Infantil , decide romperlo porque siente que ya no habla solo por ella: «Hablo por la niña que fui y que sufrió abusos sexuales, por las que hoy no pueden, por las que aún creen que lo que les pasó es culpa suya».

«Si mi testimonio sirve de fuerza e inspiración para otras, yo creo que todo mi sufrimiento habrá valido la pena», comparte Sara, grancanaria de 32 años. Abrirse «duele», reconoce, pero aun así insiste en que el silencio alimenta la impunidad : «Si no hablamos, esta

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