En la costa caribeña de Colombia, familias que antes temían a las tormentas y a los piratas ahora hablan de algo más extraño y aterrador: drones y misiles estadounidenses invisibles que pueden convertir una lancha de madera en astillas. Washington lo llama autodefensa. Las comunidades costeras temen desaparecer sin dejar rastro.

Un tío desaparecido en una bahía de postal

Desde la bahía de Taganga , donde coloridas lanchas se mecen en aguas turquesa y los turistas posan para fotos al atardecer, Lizbeth Pérez mira hacia el horizonte y piensa en una embarcación que nunca regresó.

En septiembre, su tío, Alejandro Carranza, pescador de 43 años , salió antes del amanecer como siempre lo hacía. Se dirigió hacia La Guajira , el salvaje tramo de costa que abraza la frontera con Venezuela

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