La Ciudad de México amaneció este 25 de noviembre con una expectativa clara: la movilización feminista más importante del año volvería a tomar las calles para denunciar la violencia que enfrentan millones de mujeres y niñas. Las cifras oficiales describen una realidad alarmante, la marcha se consolida nuevamente como un acto de resistencia social que busca visibilizar un problema que permanece extendido y persistente en México.

El ángulo central de la jornada radica no solo en la protesta, sino en la contundencia de los datos que justifican su existencia. La violencia contra la mujer continúa siendo una de las violaciones a los derechos humanos más recurrentes, tal como ha insistido la Organización de las Naciones Unidas. En México, estudios del INEGI revelan que dos de cada tres mujeres

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