Nicolás Maduro ha intensificado su seguridad personal y ha limitado sus apariciones públicas en respuesta a la creciente presión de Estados Unidos. Según el Financial Times, el mandatario venezolano ha cambiado su estrategia de seguridad, anunciando sus actos públicos con poco tiempo de antelación y realizándolos solo frente a grupos seleccionados de empleados estatales y militantes del oficialismo.
Analistas indican que Maduro ha dejado de aparecer junto a altos funcionarios para evitar que se concentren potenciales objetivos en un mismo evento. Este cambio se produce en un contexto de aumento de operaciones estadounidenses en el Caribe, donde Washington ha desplegado 12 buques, incluido un portaaviones, y ha llevado a cabo más de veinte ataques contra embarcaciones vinculadas al tráfico de drogas.
José García, especialista en temas militares, explicó que estos movimientos son parte de protocolos de seguridad habituales en situaciones de amenaza. Además, el anillo de seguridad de Maduro ha comenzado a incluir más personal cubano, lo que refleja la desconfianza hacia las fuerzas de seguridad venezolanas, afectadas por la crisis económica y la depreciación salarial.
El clima de desconfianza se ha intensificado en los organismos de inteligencia, donde se asume que todos son potenciales traidores. Daniel Arias, politólogo, señaló que Maduro ha estado observando de cerca las acciones de EE.UU. en conflictos recientes, lo que refuerza su decisión de blindarse ante posibles ataques.
En medio de esta tensión, el gobierno estadounidense ha designado al Cártel de los Soles, que vincula a Maduro y a altos funcionarios, como organización terrorista extranjera. Esta medida, que entrará en vigor el 24 de noviembre, permite aplicar sanciones más severas y abre nuevas opciones operativas contra lo que Washington describe como una red de narcotráfico incrustada en el Estado venezolano.
Además, se ha reportado que funcionarios venezolanos han transmitido a Washington que Maduro estaría dispuesto a dejar el poder en un plazo de dos a tres años a cambio de una desescalada militar y mayor participación de empresas estadounidenses en el sector petrolero, aunque esta propuesta ha sido rechazada por la administración estadounidense.
Maduro ha negado cualquier negociación de este tipo, insistiendo en que cualquier diálogo debe ser “cara a cara”. En su reciente programa televisivo, destacó la importancia de su relación con China y mencionó el apoyo de Rusia en medio de la crisis actual.
Mientras tanto, la Casa Blanca está explorando opciones de comunicación directa con Caracas, y se han reportado propuestas para reabrir canales de diálogo, incluso una posible conversación entre Trump y Maduro. Sin embargo, la presión militar y las sanciones continúan, lo que mantiene un ambiente de incertidumbre en la política venezolana.

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