El que cuenta las sílabas Gabriel Albiac

Pujol, ya extinto en el tiempo

¿A quién se juzga? ¿A aquel, astuto y delictivo, que fue un día? ¿O a este, ausente de sí mismo, que es ahora? Y, si a aquel, ¿en qué puede pagar este aquellos crímenes que consumó, hace medio siglo, otro que llevaba su nombre, su identidad civil y del cual nada queda?

Ese hombre, ahora anciano y –alegan sus abogados– mentalmente inhábil, fue, en días para él perdidos, Jordi Pujol. Bajo ese nombre y apellido, fueron cometidos actos memorables. Y más que verosímilmente delictivos. Al abrigo de la impunidad que garantizaba el omnímodo poder político asociado a esos nombre y apellido. Ahora son solo etiqueta de una residual piltrafa. La que, enfrentada a aquellos hechos del pasado, cuya memoria fue lijada por el tiem

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