Con el riesgo en la mira, los voceros salinasplieguistas han irrumpido en la conversación pública para llamar censura a la justicia fiscal
Detesta al Estado. Su arenga rechaza todo aquello que un hombre decente abrazaría: la legalidad en los actos, la veracidad que sustenta el diálogo y la contribución a la empresa pública.
Amante del numerario —aun cuando llega fraccionado en paguitos—, lo colectivo es para Ricardo Salinas Pliego una afrenta personal.
Los defectos que señalo, palmarios para el ciudadano común, han adquirido transparencia en días recientes en que el magnate ha soltado a sus heraldos a anticipar la defensa de su licencia televisiva.
Porque si el elegante tiburón persiste en no saldar su deuda con el fisco , el Estado podría revocar su concesión: la misma que Ricardo

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