Estudiantes de Río Cuarto volvió a hacer historia. Tras el 2-0 en el Candini y un partido inteligente en Madryn, el León logró el ascenso a la Liga Profesional y escribió una de las páginas más importantes de su vida moderna.
Y en el centro de todo, con la cinta apretada en el brazo y los ojos húmedos, apareció Gonzalo “Huevo” Maffini: el capitán, el símbolo, el tipo que sostuvo este sueño cuando parecía inalcanzable.
Porque si hay una historia que representa este logro, es la suya. La del pibe de General Cabrera que debutó en Primera con 15 años en Ateneo Vecinos, donde ya lo miraban diferente. Central, lateral, defensor con gol, atrevido para pegarle de lejos. De esos jugadores que nacen con un fuego especial.
Belgrano lo descubrió gracias a una visoría de Federico Bessone y a los 15

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