La tumba se abrió hace ya cuarenta y dos años, el 1 de diciembre de 1983, para que allí descansara en paz un soldado de la Segunda Guerra Mundial: Frederick “Fritz” Niland , un joven y poco experto sargento del ejército estadounidense que el 6 de junio de 1944, cuando los aliados invadieron Europa por las playas de Normandía para acabar con el nazismo, con Hitler y con la guerra, tenía apenas 24 años.
Fritz Niland se fue a la tumba con sus recuerdos , su historia personal, trágica y sobrecogedora, con sesenta y tres años y su profesión de odontólogo a cuestas, profesión que abrazó cuando regresó de la guerra. Hoy, su tumba dice poco sobre él y sobre su historia. Su lápida está un poco inclinada hacia la derecha en el Fort Richardson National Cemetery de Anchorage, Alaska, entibiada a

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