En pleno corazón de los Valles Pasiegos , la pequeña localidad de Abionzo guarda uno de esos restaurantes que hacen honor a la tradición montañesa: La Inesperada , un comedor familiar donde la cocina casera, el trato cercano y las raciones abundantes se unen para ofrecer una experiencia que deja ganas de volver.

Quien llega hasta este rincón rural lo hace muchas veces guiado por las valoraciones de Internet o por el boca a boca. Y no tarda en descubrir por qué este restaurante se ha convertido en un imprescindible para quienes buscan comer bien en Cantabria , lejos del circuito más turístico.

Cocina casera y raciones abundantes

La propuesta gastronómica de La Inesperada gira en torno al recetario tradicional cántabro, con platos contundentes, de producto local y elaboraciones hechas «como en casa». Entre los imprescindibles destacan:

  • Mejillones en salsa , considerados por muchos como «de los mejores» que han probado

  • Rabas de calamar

  • Croquetas caseras

  • Chuletillas de lechazo

  • Escalope de ternera

  • Cocido montañés , servido en raciones tan generosas que una sola puede alimentar a dos personas

  • Callos y chorizo , incluso en medias raciones abundantes

Para cerrar la comida, su tarta de queso al horno se ha convertido en uno de los postres más celebrados del local: cremosa, sabrosa y con ese punto casero que marca la diferencia.

Menú del día y carnes de ganadería propia

Además de su carta, La Inesperada ofrece un menú del día  completo, casero y de buena calidad, algo cada vez más difícil de encontrar.

Otro de los valores añadidos del restaurante es que parte de la carne procede de su propia ganadería , lo que garantiza frescura, trazabilidad y sabor. Sus hamburguesas , muy comentadas entre los clientes, destacan precisamente por la calidad de esa carne.

Un restaurante de montaña para repetir

Ubicado en un pequeño pueblo pasiego y con ambiente rural auténtico, La Inesperada combina tres claves que explican su éxito: buena comida, precios ajustados y un trato amable .

Quienes lo visitan por primera vez suelen repetir. Muchos afirman que, si regresan a Cantabria, volverán sin dudarlo: una declaración de lealtad difícil de conseguir en tiempos de oferta gastronómica infinita.