Este uno de diciembre será recordado en Santiago como una jornada “histórica” y “feliz”, “una victoria”. Diez días antes de su exposición al público, los profetas del Pórtico de la Gloria expoliados por los Franco hace unos 75 años, han regresado a Santiago. Isaac y Abraham —o Xeremías y Ezequiel, como venían identificadas en las cajas de madera fabricadas ex profeso para su transporte— las estatuas atribuidas al Mestre Mateo se encuentran ya en el Museo do Pobo Galego, donde podrán ser contemplados por todos los visitantes a partir del próximo día 11.

El día “histórico” comenzó con suspense en el ayuntamiento. Durante la mañana, la agenda de la alcaldesa, Goretti Sanmartín (BNG) y la teniente de alcaldesa María Rozas (Compostela Aberta) se modificó y se suspendió en cuestión de minutos. La razón se conoció por la tarde: las dos, junto a la portavoz del gobierno local, Miriam Louzao, y la presidenta del patronato del Museo, Concha Losada, se desplazaron al Pazo de Meirás, a unos 70 kilómetros de la capital gallega, para asistir al embalaje de las dos figuras y levantar acta del traslado.

Fue Sanmartín quien repitió el apelativo de histórico. Su insistencia iba más allá del hecho puntual del retorno a la ciudad de las esculturas. “Es histórico que por primera vez los Franco tengan que devolver los bienes incautados en su expolio”, lo que, a su entender, da un “carácter absolutamente pionero” y “trascendencia simbólica” a esta recuperación. “Esperamos que sea un camino abierto para que otros bienes pueden ser restituidos a sus legítimos propietarios”. La regidora enumeró el propio Pazo de Meirás, la Casa Cornide o las pilas bautismales del monasterio de Moraime, en Muxía, que los Franco usaban como maceteros en su residencia de verano.

Que las estatuas vuelvan a casa medio siglo después de la muerte del dictador “da buena cuenta de la impunidad con la que sobrevivió el franquismo entre nosotros”, reflexionó la alcaldesa antes de agradecer “el trabajo hecho por todas las admnistraciones”. Comenzó con el alcalde Martiño Noriega (Compostela Aberta), por arrancar la batalla jurídica a la que “dio continuidad el gobierno posterior” —el del socialista Sánchez Bugallo, al que no nombró— y que “termina hoy”. No olvidó a las direcciones generales de Patrimonio de la Xunta ni el Estado ni a los “colectivos que luchan por la memoria histórica”, para los que se dejó el último reconocimiento.

De Noriega se acordó especialmente la número dos del ayuntamiento, María Rozas, concejala del gobierno local que abrió la batalla. Y también del abogado que llevó el caso, Quin Monteagudo, o el asesor histórico de la causa, Ricardo Gorriarán. “Lo de hoy es una victoria que espero que sea la primera de muchas”, afirmó antes de considerar que las estatutas “son, eran, una muestra de cómo la familia Franco continúa apropiàndose de lo que es de todos”.

Sanmartín había elegido el pasado 20N —cincuenta aniversario de la muerte del dictador— para anunciar el retorno de los profestas. Lo hizo después de que los herederos de Franco aceptasen sin discusión la sentencia del Tribunal Supremo que revocó en junio dos “vergonzosos” fallos anteriores que negaban las reivindicaciones legítimas de la ciudad. La propia familia fue la que se hizo cargo de sufragar los 4.350 euros que costó el traslado desde el Pazo de Meirás de las esculturas.

Ahora, el Gobierno local trabaja en una “gran muestra abierta” para exhibir durante varios meses la dos estatuas en la sede del Museo do Pobo Galego, donde los esperaba ya la lauda sepulcral del siglo XIV que fue adquirida por el ayuntamiento compostelano en 1948 junto a las figuras de los profetas. Se inaugurará el día 11, con un acto que el ayuntamiento quiere que sea “masivo”. Durante este tiempo, se organizará un programa de actividades vinculado a la memoria histórica. Será ahí donde se dará a conocer cuál será la ubicación definitiva de Xeremías y Ezequiel.