Sánchez utiliza la táctica evasiva sobre Ábalos –"era un gran desconocido para mí"– que nunca funciona cuando aparecen casos de corrupción. Se publican entrevistas a Ábalos y Koldo García con la intención de apuntar a Begoña Gómez por venganza, pero con una notoria falta de pruebas
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En una esquina del patio de la cárcel de Soto del Real, José Luis Ábalos añora no poder fumar los Ducados que le gustan. En Moncloa, Pedro Sánchez reflexiona ante una periodista sobre los límites de la comunicación en nuestras relaciones personales. ¿Podemos llegar a conocer en política a aquellos seres humanos más cercanos? ¿La cosa empeora si ingresan en prisión? Una duda vital que ha preocupado a los filósofos desde la antigüedad. Por eso, conviene marcar distancias. Solo le saludaba en la escalera, o en el Consejo de Ministros, que para el caso es lo mismo.
“Yo tenía una confianza política en Ábalos”, contó Sánchez a Gemma Nierga en TVE, “pero desde el punto de vista personal era un gran desconocido para mí. Yo desconocía estas facetas suyas”. Ábalos, ese gran desconocido por el político que le nombró portavoz del partido en la moción de censura de 2018, ministro de Transportes y secretario de Organización del PSOE. Si se refería única y exclusivamente a la lista de novias y amigas del exministro y a las chistorras y lechugas que recibía, aún tiene un pase, pero será mejor que no piense que fue una gran respuesta. Los asesores en Moncloa que tuvieron la idea –si ese fue el origen de la frase– deberían quedarse sin bonus navideño.
Resulta inevitable recordar que Mariano Rajoy se cuidaba mucho de pronunciar en público el nombre de Luis Bárcenas, lo que hacía más evidente la relación que hubo entre ambos. “Ese señor del que usted me habla” era el mismo que ese Luis al que pedía que aguantara porque “hacemos lo que podemos”.
La frase “lo que no se nombra, no existe” se ha convertido en un cliché de dudosa verosimilitud, pero desde luego en política no funciona.
Alberto Núñez Feijóo se apresuró a burlarse de la frase de Sánchez. También en su caso hay un cierto desdoblamiento de personalidad. A fin de cuentas, él era una de las pocas personas de Galicia que aparentemente no sabía que Marcial Dorado era un conocido contrabandista de tabaco relacionado con el narcotráfico que había sido detenido en la Operación Nécora. Él sólo pasaba los veranos con él y disfrutaba de su lancha, su amistad y de los viajes a parajes turísticos como Andorra, los Picos de Europa o ese sitio donde había “mucha nieve”.
Hasta la celebración del juicio, todo lo que rodea a Ábalos y a Koldo García está rodeado de un cierto aire a comedia política. Después de mucho tiempo sin que les conviniera abrir la boca, ahora toca hablar por los codos. Contar que Koldo se llevó unas zapatillas sin cordones a prisión. Que Ábalos pasa mucho frío y que la familia le ha enviado ropa de abrigo. Que se dedica a leer el Código Civil, lo que revela un cuestionable gusto literario.
Luego vienen las cosas más enjundiosas, aunque, eso sí, sin pruebas. Es el momento de vengarse de Sánchez por no haberles ayudado, lo que es curioso si tenemos en cuenta que vivimos en un régimen autoritario, según la oposición, donde el presidente controla todos los poderes.
La pieza de caza mayor es Begoña Gómez, como era de esperar. Los resultados no son de momento espectaculares. Y eso que ambos han ofrecido sus confidencias a OK Diario, que no va a tener problemas en difundirlas con o sin pruebas. Ábalos les dice que “hubo mucha presión” de los Hidalgo, la familia propietaria de Air Europa, para que pudieran recibir un crédito millonario. No es extraño si la supervivencia de esa compañía dependía de ese préstamo, al igual que ocurrió en 2020 con Air France, Lufthansa y Alitalia.
“Recurrieron a todo el que pudieron”. Sobre si Javier Hidalgo estuvo en contacto con la esposa del presidente, Ábalos tampoco es que ofrezca una imagen de seguridad: “Imagino que lo haría”.
Quien no se corta nada es su antiguo asesor, Koldo García. Sobre Gómez, dijo que “bajo mi forma de ver, sí intervino”. Koldo no es precisamente un prodigio de precisión. Afirma que estuvo “dieciséis o veinte veces” en la casa de Hidaldo, pero al principio no recuerda dónde está la vivienda y es Eduardo Inda el que le tiene que dar el nombre de la urbanización. Después, la memoria vuelve y da todo tipo de detalles sobre la casa y los jardines. Sostiene que Gómez e Hidalgo “negociaron delante mío”, un detalle que exigiría algo más que su palabra para creérselo.
“Lo único que puedo decir es que los Hidalgo comentaron, y eso fue delante mío, que había que compensar el buen trato que había dado la señora Begoña”, dice Koldo a Inda. Prosigue después dando cifras: “Yo no sé cómo lo hicieron exactamente, pero las palabras que utilizaron ellos, empezaron hablando, si no me equivoco mal, de cien mil o doscientos mil euros, hasta decir un millón”.
Para ser un supuesto testigo presencial, resulta bastante impreciso a menos que aspire a que nos creamos que los Hidalgo se calentaron durante una conversación, empezaron hablando de pagar una comisión de cien mil euros y saltar a una cantidad diez veces mayor en cuestión de minutos. Vas con un testimonio de este tipo a un tribunal y el juez pondrá cara de estar recordando mentalmente la lista de la compra que tiene pendiente.
Koldo García no habla del dinero que pudo recibir él. Con tanta generosidad por parte de los Hidalgo y él reuniéndose con ellos casi veinte veces, lo normal es que la cayera algo. Es una pena que no esté en condiciones de confirmar o desmentir ese extremo.
Si eso es todo lo que tienen que ofrecer Ábalos y Koldo sobre Begoña Gómez, van a necesitar recibir algunas clases en Soto del Real por parte de otros internos con más experiencia en estas lides.
Para terminar de hacerlo todo más confuso, uno de los dos abogados de Ábalos ha calificado de “farol” las declaraciones de su cliente. “A lo mejor, no es la mejor decisión estratégica”.
Lo importante es que le hagan llegar un cartón de Ducados a Ábalos cuanto antes. Ahí empezará a verlo todo más claro.

ElDiario.es Politica

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