Tiene interés la biografía de Zbigniew Brzezinski, el polaco que llegó a dirigir la seguridad nacional en la presidencia Carter y que se sitúa entre los más lúcidos ideólogos de la guerra fría, con el permiso de Henry Kissinger. Uno sirvió a los demócratas y el otro se arrimó más a los republicanos. Los dos eran inmigrantes de Europa central y tenían proyectos dispares para combatir el comunismo del Kremlin.

El espionaje, las mentiras y las miserias habituales de la política estaban envueltas en las formas de la diplomacia, las reuniones en las cumbres entre adversarios y las cláusulas secretas de acuerdos que solían convertirse en papel mojado.

Se hacía comedia y se mentía, pero el gran público apenas lo notaba. En nuestros tiempos acelerados en los que los gestos viajan más rápido que

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